Monday, February 20, 2006

CONTRASTES


Salamanca. Llueve intensamente. El sonido del agua me atrae hacia el alféizar de la ventana. La visión de la calle empapada me recuerda Madrid, también lluvioso, la otra tarde, cuando en Príncipe de Viana tú festejabas el foie confitado y yo con mi incondicional rape a la naranja, me recreaba en tus gestos que tanto me decían sin hablar. Salamanca, refugio de mis anhelos. Tú haciéndome enjugar lágrimas de nostalgia. Aparecen esos abrazos extensos, esos besos intensos, esa mirada mutua que anticipa el júbilo al susurro..Tú y el mar de tus delicadas palabras anclándose en el malecón del puerto de mi inconmensurable dicha.
Madrid cálido. Por donde los paseos se llenan de sensaciones deliciosas. Esas calles que esconden besos y caricias, esos cafés que guardan nuestras intimidades más profundas, ese cine donde enredabas tus dedos con los míos, suavizando mi rostro con tus besos ligeros, tantos espacios nuestros que huelgan en mi memoria. La lluvia abriga mi obsesión por ti y en la común lejanía que nos acompaña en estos días de frío extraño, la seguridad de tenerte más temprano que tarde me reconforta y me hace casi palpar el bienestar que me transmites cada vez que te pienso, cada vez que recuerdo cuando nos vemos despojados de nuestras monótonas vidas, nos volcamos en el amor y la pasión que tanto nos llena y que ahora se aplazan en la piel. La vida sigue. Seguro que ahora sonríes cuando miras el mar y aparezco en tu recuerdo. El recuerdo, esa sensación tan cotidiana a la que nos asimos porque es lo único que nos queda para contradecir a la distancia y no olvidar que aun existe el amor entre nosotros.